Frecuentar los Sacramentos - Si usted puede ir a misa diaria, incluso una vez a la semana, ha duplicado su acceso al regalo más grande jamás dado a la humanidad. Si va a confesarse al menos mensualmente, sin duda va a obtener una gran cantidad de gracias. Anótelo en un calendario para que no se lo saltee.
Establecer buenos hábitos - Usted debe ser capaz de confiar en sus hábitos para ayudarle, y no para hacerle daño, en su oración. Un buen hábito tarda 66 días (al menos) en establecerse. Así pues, si usted puede comprometerse a una rutina de oración durante 2 meses, usted puede comenzar a sentar las bases de hábitos de oración saludables.
Auditoría externa - Usted necesita a alguien más objetivo que usted para mirar su vida de oración y ver cómo lo está haciendo y cómo el Espíritu Santo está obrando. Un director espiritual es muy valioso para ayudar. Pero, si usted no piensa que esté listo, incluso puede tener un amigo santo para hablar de ello.
Pruebe diferentes tipos de Oración - Todos tenemos diferentes gustos en la oración, al igual que la mayoría de las otras cosas en la vida. Por lo tanto, pruebe diferentes tipos de oración y vea cuáles funcionan para usted. Una advertencia – no se dé por vencido demasiado pronto en un tipo de oración. Puede ser que tome un buen tiempo para descubrir si es buena para usted o no.
Orar en familia - Cuando oramos todos juntos, es más facil, se puede empezar con oraciones muy sencillas a una determinada hora, también tiene la ventaja de que los grandes vemos como rezan los hijos y los hijos toman el buen ejemplo de ver rezar a sus padres; también todos están más al pendiente de la continuidad de las oraciones, por ejemplo cuando rezamos el Rosario, si cada miembro de la familia hace una petición al empezar cada misterio, o quien ayudará a recitar la Letanía? Orar en familia nos une más en todos los aspectos, sobre todo en momentos de peligro, miedo o enfermedad, es un estímulo para perseverar.
Ayune regularmente cuando uno esté en condiciones de hacerlo - Hay un gran poder en el ayuno. Vemos en las Escrituras que Jesús ayuna y llama a sus discípulos a hacer lo mismo. Cuando tenemos un mejor control sobre los deseos de nuestro cuerpo, podemos orar mejor y cada ayuno ofrecido a Dios, es una batalla que ganamos contra el enemigo del alma.
Superar las distracciones - La forma más sencilla de superar una distracción es la de no entrar en ella. Una vez que se da cuenta que está distraído convierta su corazón y su mente de nuevo a la oración, no al estudio de la distracción. Este simple acto es la forma más fácil para derrotar a las distracciones.
Ore con Humildad - En la medida en que somos humildes es la magnitud con que la fuerza de la gracia de Dios cambia nuestras vidas. Sin oración humilde, Dios es incapaz de llegar a nosotros, porque no tenemos ninguna necesidad interior para él.
Trabajar en una correcta comprensión de Dios y uno mismo - Dios nos ama y nos escucha bien cuando le rezamos con humildad, cuando le hablamos con amor verdadero desde lo más íntimo de nuestro corazón y cuando le honramos como se debe o con algún rezo o canto especial. Él quiere que volvamos si hemos estado separados de Él, Dios siempre nos espera con los brazos abiertos y espera que le pidamos perdón con verdadero arrepentimiento, para así ya no separarnos más.
Quietud - Nuestras vidas modernas están llenas de ruido. Tenemos que calmarnos para oír a Dios – tanto interna como externamente. Encuentre un lugar tranquilo y silencioso para orar. La Iglesia es útil en este sentido – así que si usted puede parar en una iglesia, aunque sea por poco tiempo, es recomendable que lo haga.
Dar prioridad a la Oración - Programarla. Deje otra cosa. Hay que levantarse temprano. Haga lo que tenga que hacer, pero no deje pasar un día sin tener un tiempo con la persona más importante en su vida: Dios.
No esperar para empezar - La dilación es el enemigo de la oración. Si usted se siente llamado a orar, no lo posponga, usted o alguién en ese momento necesitan de esas oraciones.
Encontrar y utilizar buenos recursos - Cuando usted no sabe qué hacer o cómo hacerlo, los recursos pueden ayudar. Lo primero es decidirse a empezar. Los recursos incluyen personas, amigos, libros, leer o ver videos de la vida de algunos Santos, páginas web, videos de oraciones, aprender las oraciones más comunes o el Angelus en el idioma latin (hay varios videos en el internet), el uso de sacramentales (por ejemplo, rosarios, triduos, novenas, medallas, un pedacito de alguna reliquia y sus oraciones respectivas), la Sagrada Escritura, etc.